El Secreto de la Media Luna
Cuando yo era apenas un mocoso, tu edad más o menos, el pueblo era muy diferente. Más pequeño, más metido en el monte. Y la gente, pues, era más... recelosa. Se decía que en las afueras, cerca del arroyo viejo, vivía una mujer. Le decían 'La Curandera', aunque muchos la llamaban a escondidas 'La Bruja'. Era una señora mayor, con el pelo tan blanco como la nieve y unos ojos que parecían ver más allá de lo que uno mostraba. Ella vivía sola en una casita de adobe, rodeada de hierbas que, según decían, usaba para sanar... o para otras cosas."
El abuelo hizo una pausa, y por un momento solo se escuchó el crepitar de la leña.
La gente del pueblo le tenía respeto, sí, pero también un miedo silencioso. Sobre todo cuando empezaron a aparecer. Eran unas luces. Pequeñas, danzarinas, que aparecían de la nada en el monte, siempre de noche, y se movían sin rumbo fijo. No eran luciérnagas, no eran linternas. Eran como pequeñas esferas de luz que flotaban, a veces rojas, a veces azules, a veces un verde pálido. Y siempre, siempre, aparecían cerca de la casa de La Curandera.
Mi abuelo se acercó un poco, su voz bajando a un susurro cómplice. "Los viejos decían que eran las almas de los animales que ella había 'transformado' o que eran sus 'familiares' ayudándola en sus menesteres nocturnos. Yo, por supuesto, era un niño curioso y, a pesar de las advertencias de mi madre, me moría por verlas de cerca."
El Ritual de la Cosecha Oscura
"Pero no eran solo las luces, mi niño. Cada siete años, justo cuando las cosechas estaban en su punto más alto, una extraña enfermedad caía sobre el pueblo. No era una peste de las que conocíamos. Era algo que marchitaba la tierra, secaba los pozos y hacía que el ganado cayera enfermo de repente. La gente susurraba que era el ritual de La Curandera, una especie de 'pago' que ella exigía a la tierra, o quizás a algo más, para mantener su poder. Decían que necesitaba un 'ofrenda' de vitalidad, y que por eso la vida en el pueblo se apagaba un poco."
"Una noche, justo cuando las luces errantes estaban más activas y la enfermedad empezaba a sentirse en el aire, yo me escabullí de casa. La curiosidad era más fuerte que el miedo. Seguí las luces, que danzaban como insectos luminosos, hasta que me llevaron directamente al arroyo viejo, justo detrás de la casita de adobe. La Curandera estaba allí, bajo la luna, con un fuego pequeño y unas hierbas que humeaban. Pero no estaba sola. A su alrededor, flotaban esas luces, más intensas que nunca, y ella recitaba algo en una lengua que nunca había escuchado, una mezcla de susurros y sonidos guturales."
"Me escondí detrás de unos arbustos, el corazón latiéndome a mil por hora. De repente, La Curandera detuvo su cántico y se quedó inmóvil, como si supiera que yo estaba allí. Levantó la vista y sus ojos, que antes parecían ver a través de las cosas, se fijaron directamente en mi escondite. No había ira en su mirada, solo una especie de reconocimiento, casi de sorpresa."
"Ella se acercó lentamente, y yo estaba petrificado. No podía moverme. Cuando estuvo frente a mí, se arrodilló y extendió una mano huesuda. Con su dedo índice, tocó suavemente mi cuello. Yo sentí un escalofrío. Allí, en la base de mi cuello, justo donde la clavícula se une, tengo una marca de nacimiento. Una mancha de un color más oscuro, con la forma de una pequeña media luna. Desde que nací, mi madre siempre me decía que era especial, una marca que me protegía."
El abuelo se tocó el cuello, y yo también lo hice instintivamente.
La Curandera retiró la mano, y su expresión se volvió... extraña. Fue como si hubiera visto algo que la detuvo. Se levantó, y con una voz ronca que no era la misma de antes, dijo: 'No, este no. Su camino ya está trazado, y su luna lo protege.' Luego, con un gesto, me indicó que me fuera. Las luces errantes parecieron parpadear y disolverse en la oscuridad, y el aire se sintió menos pesado. Me fui corriendo, sin mirar atrás, con la marca de la media luna quemándome la piel.
Nunca más volví a acercarme a su casa de noche, y las luces errantes desaparecieron con el tiempo. La enfermedad de la cosecha de ese año fue la menos grave que se recordaba. Nadie lo dijo en voz alta, pero algunos viejos del pueblo susurraban que 'La Curandera' había fallado en su ritual por primera vez, o que algo la había hecho cambiar de parecer.
Yo siempre supe qué fue, mi niño. Fue la marca de la media luna. O al menos, eso es lo que me gusta creer.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Qué es la zoomorfia en la religión egipcia?
2. ¿Los egipcios adoraban realmente a los animales?
3. ¿Qué representaba el dios Anubis?
Anubis, a menudo representado como un chacal o un hombre con cabeza de chacal, era el dios de la momificación y el guía de las almas en el inframundo. Su papel principal era proteger las necrópolis, supervisar los rituales funerarios y presidir el "Pesaje del Corazón" en el juicio de los muertos, determinando si un alma era digna de la vida eterna.
4. ¿Por qué Bastet es a veces una gata y otras una leona?
Bastet evolucionó en su representación. Originalmente, era vista como una feroz leona protectora, asociada a la diosa de la guerra Sekhmet. Con el tiempo, su aspecto se suavizó y se la representó más comúnmente como una gata doméstica. Esto simboliza su rol dual como protectora del hogar y la familia, y diosa de la fertilidad, la alegría, la música y la danza, mostrando un lado más benévolo.
5. ¿Cuál era el papel de Thot en la mitología egipcia?
Thot, representado comúnmente como un ibis o un babuino, era el dios de la sabiduría, la escritura, la magia, la luna, las ciencias y el conocimiento. Se le consideraba el escriba de los dioses, el inventor de la escritura jeroglífica y el guardián de los registros divinos. Su papel era crucial en el juicio de los muertos, registrando el resultado del Pesaje del Corazón.

Síguenos ⬇️